...Memoria...
¿Tiene límite nuestra memoria?
¿Funciona como un disco duro?
¿Tendré que borrar recuerdos como cuando uno borra los mensajes almacenados en el móvil para poder atesorar otros nuevos?
Si es así será dificil...
Cada instante que compartimos genera imágenes, sonidos, sensaciones que quiero guardar...
Que no quiero olvidar por nada del mundo...
Este fin de semana está lleno de esos instantes.
Cierro los ojos e intento capturar las imágenes y sensaciones que vienen a mi mente...
Altas cumbres, verdes valles... paz.
Amor en sus ojos, en sus caricias, en sus palabras...
Olor a hierba, a bosque, aire fresco, el sol poniéndose entre las montañas...
Rumor del río, trinar de pájaros. Sensación de plenitud y libertad.
Viejas piedras, viejas torres y campanarios... leyendas y recuerdos de otras vidas, de otros amores...
Árboles milenarios, losas con inscripciones, antiguos capiteles, son de gaiteros, calles empedradas, confluencia de acentos...
Sol radiante, como nuestras sonrisas.
Curiosidad nunca saciada, sed de conocimiento, sorpresa, descubrimiento...
Dulzura, caricias, complicidad, risas...
Seguridad al abrazar su cintura mientras conduce con destreza por una pista forestal.
Cercanía. Ilusión. Iglesias, muchas.
Gatitos. Noches. Pantera negra, casa verde. Un vaso de crema de orujo.
Desfiladeros. Cine y documentales.
Pasear de la mano. Bonito pueblo. Hermoso caballo.
Besos. Mermelada casera.
Brisa fresca. Balcón de flores.
Mil estrellas en el cielo.
Nubes... No, niebla!!
Tejos, olivos. Norte y Sur. Dosamantes.
La ermita que no encontramos, el monasterio que no vimos, el teleférico al que no subimos, el museo, el molino, mil y un pueblucos, tiempo, tiempo...
Como dice la canción... "nos hizo falta tiempo..."
Y una promesa. La de volver.