De AmoR y DeSaMoR...
Llegaste a mi vida, de repente, sin querer... Pillandome por sorpresa, como la tormenta que, sin aviso, oscurece una tarde de Agosto...
Y te “fuiste” igual de rápido. Tan veloz, como desaparecen las nubes oscuras después de haber descargado.
Duró todo apenas un suspiro. Fue casi como el relámpago. Mágico, eléctrico, luminoso... Pero efímero.
Hubiese preferido que fueses más como esa niebla persistente de Londres, que parece que nunca se va. O como esa llovizna fina, que en mi tierra llamamos "calabobos" y que permanece a nuestro lado invierno tras invierno...
Esa lluvia finita, que llega despacito a la tierra, que la golpea lenta y suavemente, sonando muy queda...
Esa que poquito a poco te va calando, va penetrando en tu ropa hasta acariciarte la piel y empaparte hasta los huesos. Esa que suavemente y sin notarlo se queda dentro...
Pero no. Tú tenías que ser relámpago, trueno, viento huracanado, marejada, tormento... Tenías que llegar para descolocarlo todo. Para que el mar perdiese su calma, para que la lluvia de lágrimas anegase los sótanos de mi alma... Tenías que hacer que mi ser se sintiese a tu lado henchido, como las mareas de plenilunio, para sentir aún más el vacío inmenso de tu pérdida. Para llegar a sentirme como frágil barquichuela agitada por el embravecido mar, a la deriva en una noche oscura de galerna...
Y ahora... Ahora me quedé en el desierto de tus no-besos. En el soliloquio de mi mirada cuando busca y no encuentra la tuya, en mi congelada sonrisa cuando no te tengo cerca y siento las lágrimas pugnando por salir y recorrer en mi cara el camino que una vez anduvieron tus labios...
Ahora estoy aquí, perdida, sin saber dónde está mi Norte, porque la brújula de mi alma apunta insistentemente hacia tí, camino equivocado... Porque contigo perdí el sentido de la orientación, la capacidad de entender los mapas, el instinto de supervivencia, las ganas de luchar...
No dejo de preguntarme que hice mal... qué cambió de repente, qué rompió el encanto... que imperdonable falta cometí, dónde estuvo mi gran fallo... y por más que me torturo, que me acuso, que me machaco, no logro encontrarlo... ¿Será que te quise en exceso?¿Que me entregué del todo, que no puse límites, que dí demasiado?
Amar con todo el corazón, en cuerpo y alma... ese debe ser el pecado... Entonces... yo me acuso. Soy mala. Pequé de amor. Lo gocé. Con cada partícula de mi cuerpo, cada poro de mi piel, cada centimetro de mi alma... Pequé y fui feliz haciendolo... No tengo propósito de enmienda, no hago acto de contricción... seguiré pecando, hasta que muera, hasta que muera de amor, si es que, antes, no me mata tu desamor...
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Angel -
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